Los supervisores deberían saber la
capacidad de trabajo a utilizar por cliente.
La razón es sencilla:
si dan más trabajo del que se puede realizar, degradan la
calidad del trabajo. Y, si utilizan menos, los ingresos.
Es decir, si los supervisores no saben programar, la calidad y
los
ingresos no dependen, ni de los objetivos del presidente, ni de las políticas de
los directores, ni de los planes de los gerentes, sino de la actitud de los trabajadores.
Porque, como es sabido, no se puede confeccionar un programa sin tener un plan;
ni un plan sin una política; ni una política sin un objetivo.